El autobús se zarandea cuando todos se introducen en él.
Julie y yo, las últimas. No. Julie, Erik y yo, los últimos. Parece que hoy
hemos hecho otro amigo, un buen amigo. Me pellizco en la pierna para dejar de
pensar y entro en el autobús. Vuelvo a sentarme en el primer asiento libre que
veo, y me pego a la ventana. A mi lado se sienta Julie y detrás Erik. Esta vez
no desempaño el cristal; no quiero volver allí. Llegamos donde supongo que
vivirá Erik; es una casita como la mía, en medio de la nada y básica, al menos
por fuera. Pero la suya no está a veinte minutos en coche de la ciudad, sino a
unos cinco caminando. Me mueve la mano, creo que se despide. Sí. Yo también me
despido y Julie después.
–
Bueno, que tal, tortolitos… -me dice dándome toquecitos con el codo. Después
suelta una gran carcajada y yo la fulmino con la mirada- me lo tienes que contar
todo, lo de tu enfado, lo de su abrigo… -¡Nos estaba mirando! Me pongo roja,
pero de rabia.
– Ya veo que no existe la “privacidad” por aquí –suelto un bufido-, pero
solo me ha hecho entrar en calor, me estaba congelando, ¡Y nada más! –añado,
porqué su mirada me dice que se está montando una película impresionante, todo
en su pequeña cabecita-, y lo del enfado está zanjado.
-
¿Por qué no me lo quieres contar? –yo la ignoro a partir de ahí hasta que baja
del autobús.
Llego a casa y tiro mi bandolera al lado de la puerta del
establo. Acaricio a Moonbeam, que me vuelve a lamer toda la cara, y salgo a
emprender una caminata, de las que me despejan.
Cuando la nieve cruje bajo mis botas, yo empiezo a intentar
aclararme. A partir de ahora solo afirmaciones, no preguntas. Erik fue
agradable. Me gustó cogerle de la mano. Fue brusco en Dirección. Solo fue sincero. No ha dejado de mirarme. Se ha
disculpado. No le culpo. ¿Quién querría estar conmigo? ¡Nada de preguntas
Annie! No me gusta el contacto físico. Erik ha ido un poco lejos bajo su
abrigo. Su contacto si me gusta. Me tranquiliza. Me pone nerviosa. Todo al
mismo tiempo. Adoro sus ojos. Unas mariposas que debieron meterse en mi sopa
revolotean en mi estómago, pero solo cuando está él conmigo. ¿Qué dices? ¡No
Annie, solo aquí y ahora puedes pensar de ese modo, dilo! Creo que… que… Me
gusta.
Corro todo lo que puedo hasta chocar con un árbol. ¿Por qué
el mundo gira como una peonza? El mundo se cansa de girar. Me restriego un
puñado de nieve sobre la cara, para despejarme, y me levanto. Estoy avergonzada,
esto siempre me había resuelto las cosas. Me equivoco. Lo ha hecho, he afirmado
que, me gusta. Miro a mi alrededor, y luego me maldigo; aquí no hay nadie,
aparte de mí misma y la ardilla que me observa desde lo alto de un abeto. Estoy
lista para liberarme.
- Me gusta Erik Prior –digo a media voz. Salgo de allí como
una bala.
Toda mi ropa cae encima de la suave moqueta y entro en mi
baño. Me masajeo el pelo y luego el resto de mi cuerpo, con tranquilidad. Mi
pelo mojado huele a frambuesa, y mi cuerpo a almendras dulces. Me seco con una
toalla blanca suave y me desenredo el pelo liso. Me pongo mi pijama; un simple
pantalón largo con rayas verticales blancas y azules, como mis ojos, y una
camiseta de algodón blanca y estrecha; es un poco vieja ya. Me tiro encima de
la cama con la intención de leer, pero caigo rendida en un profundo sueño.
A Annie le gusta Erik, a Annie le gusta Erik, a Annie le gusta Erik *voz de niña*
ResponderEliminarjajaj era broma ;) Pero me alegro de que Annie se haya dado cuenta de que no había mariposas en la sopa. Ese es el primer paso :)
Besos
Jajajajajaja !!!!!!! Es un primer paso, pasar la confusión de ME GUSTA/NO ME GUSTA.
ResponderEliminarMUCHOS BESOS !!!!!!! ;))
perfectisimo como siempre
ResponderEliminarJejeje gracias!!!!!
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