domingo, 20 de abril de 2014

Divergente; ver película online

Hello guys!!!!! Estoy mmuuuuuuuy feliz!! Pero vamos a lo que vamos ;))

Yo, personalmente, reconozco que he caído en la tentación y he visto el primer cuarto de hora de la película. Aclaro, que en España la película no se ha estrenado... :'(( ... y yo me quiero esperar al cine, verlo en grande y todo su esplendor el 30.04.14 . Pero, bueno, siempre está esta otra alternativa ^^






martes, 15 de abril de 2014

En mi mente de hielo agrietado: Capítulo 32... POR FIN!!!

Matadme!!! Lo merezco!!! No largaré el discurso de los estudios,porque sé que ya lo tenéis muy leído, pero... bueno, he sacado un ratillo para escribirlo. Lo siento. No sé si me perdonareis por el enorme retraso, pero lo siento chic@s. También tengo que escribir que ahora... estaré de vacaciones por Semana santa pasado mañana!! Y eso significa.. tiempo, chic@s, bendito tiempo!!!

BESOS, A PESAR DE TODO, DE VUESTRA ESCRITORA ;))



Capítulo 32:


No puedo más. No puedo soportarlo. Dave está a tan solo dos metros, pero una pared nos separa. Él está en su habitación, y yo aquí con dos locas pintándome las uñas. Hasta me han elegido la lencería provocadora; un sujetador amarillo fosforescente que daña los ojos hecho de seda, y con una cinta blanca rodeando los bordes que acaba en un lazo entre las dos copas. El tanga es más de lo mismo y, aunque tengo que decir que es suave la seda, la tira de atrás es muy incómoda; odio esta moda. También llevo el pijama provocador con unas zapatillas de ir por casa a juego. Estoy recién duchada y huelo a algo dulce, según el bote de gel de Victoria’s Secret, soy un beso de agua. Mi cara está cubierta por una mascarilla amarilla de limón, la de Elia por una mascarilla naranja de mango y la de Margaret por una rosa de fresa. Las dos están mejor después de haberse pegado la ducha y parece que han digerido el Sake. Elia lleva un pijama parecido al mío pero lleno de encaje , y además de color verde, como los ojos del chico que le gusta ¿lo habrá hecho adrede? La tela se refleja en sus oscuros ojos, y su pelo igual de oscuro contrasta muchísimo con los bordes del encaje que toca. Margaret lleva un camisón muy pegado de seda, de color rosa, con una cinta blanca en los remaches. Sus mechas mojadas son preciosas, y también contrastan con el rosa de su cortísimo camisón. Seguro que eso también lo ha hecho adrede.
Esta habitación es tres veces la mía, con suelos de madera color miel y muebles de mismo color. Las paredes son beige, rosas y blancas. Tiene una alfombra con pelos rosas gruesos coronando el centro de la habitación. Tiene tres armario; ropa, lencería y cosméticos; en ese orden. Tiene una cama dos camas de matrimonio con suavísimos edredones rosas, y a su izquierda un enorme escritorio que sale como la cuarta balda de una estantería, con más revistas de cotilleos, moda y arte que libros. También hay tres puertas; la que da a un lustroso y enorme baño, no como el mío, la que da al pasillo, y la que está enmarcada por dos vaporosas cortinas rosas que da a un precioso y enorme balcón; más bien es una terraza.
Tengo a Margaret en los pies y a Elia en las manos.
- Yo creo que el esmalte negro te va a favorecer un montón, y luego te daremos una capa de brillo -dice Margaret.
-Además pega con todo, es ideal -apunta Elia.
- Sí -digo yo, pensando en Dave. Que está tan cerca, y tan lejos a la vez. Ahora mismo estoy aprendiendo a utilizar mi nueva Blackberry, con la mano que Elia no me pinta. Está muy, pero que muy bien este cacharro. En cuanto Dave me dé su número podré hablar con él por Chatt. Me muero por qué me dé su número. Pensándolo mejor, me muero de hambre. No he cenado, el sushi me parecía asqueroso, así blando, crudo, pegajoso, fofo. Mejor pasar hambre. Aunque no hay porqué.
- ¿Puedo tomar un vaso de leche? -pregunto.
- Claro -responde Margaret-, en el piso de abajo, en la nevera hay leche.
- Gracias -digo levantándome. El pelo cepillado, húmedo y recepillado me cae como una cascada sobre la espalda; como un beso de agua. Agarro mi nueva bata negra, que por cierto también es provocadora; nada se salva. Es muy corta, y encima la seda se ajusta a mi cuerpo como una segunda piel, y con este sujetador push-up, no me gusta un pelo. El encaje está bien, aunque odio la parte en que se considera sexy.
- Ten -me dice Margaret. Una goma de pelo negra ¿por qué nunca llevaré una?- ¿no querrás tener que lavarte el pelo otra vez por culpa de la mascarilla? -yo niego enérgicamente con la cabeza. Ni en broma. Me hago un moño mal hecho, que se deshará en poco tiempo. Abro la puerta y salgo.
-Pero vuelve pronto, que tenemos que acabar tus uñas -dice Elia antes de que vuelva a cerrar la puerta.
El pasillo está a oscuras y puedo distinguirlo bien; la habitación de Dave tiene luz por debajo. Sería tan fácil acercarme, girar el pomo, abrir la puerta, entrar y encontrarme con él ahí. Doy un paso, luego otro, otro más. Mis dedos acarician el pomo de su puerta como si fuera el lomo de Claws. Miro mis negras y perfectas uñas. Aún llevo mi nuevo móvil en la otra mano.
Retrocedo y bajo los escalones a oscuras. No debo obsesionarme.
Noto el frío suelo bajo mis finas zapatillas. Un escalón tras otro. Vale, ya no hay más barandilla, así que estoy en el comedor. Desbloqueo la pantalla de mi móvil, y con su pálida luz me guío hasta la cocina. La gran cocina americana, con quilómetros de encimera y un portal como nevera. Estoy segura de que yo cabría dentro, o dos como yo, quizá tres. La abro y una luz cegadora se enciende en la tercera balda. Vuelvo a bloquear la pantalla del móvil y empiezo a rebuscar en los armarios de la cocina. Cajas de pasta, botes de especias, cereales, galletas... las galletas servirán. Saco la bolsa y la dejo sobre la encimera. De otro armario cojo un vaso de cristal. Vuelvo a la nevera y vierto leche en el vaso. Al cerrar la nevera con la cadera vuelvo a estar a oscuras, así que no me queda otra que ir a ciegas para coger las galletas. Palpo la encimera con la mano izquierda. Listo, las tengo.
Y algo me tiene a mí.
Dos manos me atrapan. Pego un grito agudo y un manotazo al aire.
- Annie soy yo -dice la voz más melodiosa del mundo.
- Dave -digo en un suspiro- ¡Me has vuelto a pegar un susto de muerte!
- Lo siento -creo que lo dice de verdad. Creo- Espera -dice. Yo asiento aunque no pueda verme, y me siento tonta.
De repente se enciende la luz.
- Has hecho que tire mi cena.
- ¿Ibas a cenar galletas?
- Odio el sushi, además esta no es mí casa y no me voy a poner a cocinar.
- Pues yo sí.
- ¡¿Qué?! No, no hace falta, de verdad -en ese momento mis tripas rugen.
- Creo que sí -dice, mientras saca algo de la nevera. Está súper sexy así.


Y ahora tengo que aprovechar.