sábado, 18 de enero de 2014

Capítulo 23: En mi mente de hielo agrietado

Hey!! El primer capítulo del maratón!! Y tengo que decir sinceramente, que es un capítulo que le da la vuelta a la tortilla. Es el mejor hasta la fecha, y muy muy intenso. QUE OS GUSTE TANTO COMO A MÍ!!!! 

BESOS DE VUESTRA ESCRITORA ;))



Capítulo 23


Esto es ridículo ¿Es lo que quería, no? Pues toma, con lacitos y envuelto en papel de regalo. Es absurdo, no tengo que llorar por él porque no significa nada para mí. Corro a por mí gabardina antes de que sea demasiado tarde y todos me miren. «¡Annie!» Creo escuchar cuando estoy cerrando la puerta, pero no me paro.

Esto es horrible, cada vez que me lavo la cara delante de este horrible espejo, en este horrible baño, algún chico me ha hecho daño. La puerta se abre y yo cierro mi gabardina para que no pueda ver mi jersey manchado. Me seco la cara con papel higiénico, porque no hay otro y…
- Annie -me dice una chica.
- ¿Margaret? -digo intentando aparentar que no he llorado; algo imposible por mis ojos rojos e hinchados y mi voz temblorosa- ¿Qué haces a…
- ¿Qué te ha hecho ese idiota al que llamo hermano? -dice mientras limpia mis últimas lágrimas con su manga. No sé si reír o llorar, pero esto duele demasiado para reír, y creo que ya he llorado suficiente, así que me decanto por salir; y cuanto antes mejor.
- Nada, ha sido una tontería -digo mientras meneo la cabeza. Se lo agradezco y salgo sin decir más. Me encuentro lo peor que me podía encontrar, pero solo sigo mí camino. Cruzo la puerta principal y él no me dice nada, así que supongo que habrá acompañado como buen hermano ‘mayor’ a Margaret al baño.
Empiezo la caminata de hora y media que me queda para llegar a mí casa. Subo el cuello de mi gabardina y envidio a Claws por estar calentito y sin chicos dentro de la bandolera. Sobre todo por lo segundo.
Llevo unos cinco minutos cuando veo la casa de Erik, y a un chico castaño (un pegote para mí desde aquí) esperando en la puerta. Avanza, y veo a otro pegote correr hacia él. Camino a un paso más ligero, y cuando puedo ver perfectamente lo que pasa me paro en seco deseando no haber estado allí, sino más cerca para pegarle una buena bofetada que le arrancase los labios de la otra. Se están besando.
Mi paso se aligera y las lágrimas recorren mis mejillas a raudales, pero la hostilidad también se muestra. Cuando me ve se separa de la otra y viene hacia mí; mi expresión no cambia.
- Te lo puedo explicar -¡Zas! Eso es una bofetada.
- Sigue -le digo, llorando todavía más.
- Sé que lo merezco, pero -¡Zas! Otra más.
- Sigue -le digo- ¡Continúa! -grito desesperada.
- Annie…
- ¡Anne!
- Vale, Anne, podemos -levanto la mano pero él la intercepta y la coge- hablar tranquilamente -acaba. ¡Tranquilamente! Tranquilamente podría morirse. Le cojo el brazo libre con la mano que no me sujeta, me acerco y mi rodilla le golpea en una zona delicada, sin delicadeza. Por su expresión ha tenido que dolerle.
- Más me ha dolido a mí -le digo soltándolo y dejándole caer en la nieve, hecho un ovillo.  Empiezo a sollozar más si es posible. La otra chica llora y se va caminando, sin mirarle siquiera.
Yo también me voy, sin saber lo que he hecho para merecer esto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

No insultes, porqué aunque esté mentalmente desorientada, mandaré a unos mutos a por ti, y tu comentario acabará en el Árbol del ahorcado.
Gracias por comentar y que te ayude ayude el Ángel ;))