sábado, 18 de enero de 2014

Capítulo 25: En mi mente de hielo agrietado

El tercer capítulo del maratón!!! ¿Os ha gustado el anterior? Supongo que es toda una novedad. Pues a lo que viene ahora, lo llamo "una buena amiga"...


BESOS DE VUESTRA ESCRITORA ;))


Capítulo 25


- Que pases un buen día, y si quieres que le diga cuatro cosas a ese chico…
- ¡No! No, así está bien, pero gracias papá -Salgo del coche y veo como mi padre espera a ver que llegue sana y salva a la puerta del instituto; también lo hacía cuando iba al colegio. En cuanto llego oigo el motor del coche poniéndose en marcha. Entro decidida, inspirando profundamente.
Avanzo hacia mi taquilla, cojo mi Bloc y, cuando creo que me va a salir bien, aparece delante de mí. Cierro mi taquilla de un manotazo, lo esquivo y sigo mi camino. Creo que me va a ignorar como ayer en los baños y por una parte doy gracias, pero por la otra no paro de preguntarme porque lo hace.
- Annie -me dice. Siento como se me humedecen los ojos, pero no puedo derramar las lágrimas, así que el resultado es que mis ojos azules parecen el agua de un pozo. Sigo como si nada- ¡Annie! -me vuelve a gritar desde su taquilla. Eso hace que me pare. Miro la baldosa que hay al lado de mi pie izquierdo, hasta girar el cuello para mirarle.
- No puedo -digo, y empiezo a caminar. Es verdad que no puedo, no tengo fuerzas para más discusiones y golpes bajos.
- ¡Lo siento! -le oigo gritar en el pasillo, lo que provoca que la gente empiece a mirar. Mis lágrimas no aguantan más. Alguien me ofrece un pañuelo. Lo cojo, murmuro un gracias, y veo que es Andrew.
- ¿Te acompaño? -pregunta.
- No pasa nada, tengo que hablar con él ahora o luego, así que… -él asiente. Me giro, camino, y mientras me limpio con el pañuelo, que dificulta mi vista. Choco contra algo blando, cálido y familiar. Doy un rápido paso atrás y levanto la vista- ¿Sí?
- Dime que yo no te he hecho esto, porque si he ido yo, no sé qué… -dice con una expresión dolida.
- En parte -le corto yo ya llorando a rienda suelta, sin dar abasto con el pañuelo.
- Lo de ayer, sé que…
- Si te doy asco dilo ahora -suelto-, porque ayer lo parecía.
- ¡¿Qué?! Yo nunca podría sentir eso por ti… -dice girando la cabeza y mirando al suelo.
- ¡Entonces ¿qué?! Primero parece que te caigo bien, luego me tengo que contener para no besarte y entonces tú me sueltas como si quemara y me das la espalda ¡Sin más! -no distingo entre lo que he dicho y he pensado, pero seguro que se me ha escapado algo. Sus ojos brillan con fuerza, como con luz propia. No como los ojos de Erik, brillantes pero oscuros, sino como dos soles, dos preciosos.
- Te quiero.
- Sabía que… -espera, ha dicho que me quiere. Levanto la mirada con la boca entreabierta de la sorpresa. ¡Me quiere! dice algo en mi interior. ¡Como lo hacía Erik! dice otra voz. Sé cuál quiero escuchar, pero no a la que debo hacer caso.
- Me fui para evitar besarte, aunque fuera mi mayor deseo. Solo porqué tienes novio y no estaría bien, no quiero ser el ‘otro chico’, el que lo estropea todo -me da un vuelco el corazón, un vuelco enorme. Siento algo removerse dentro de mí, y no sé qué es, pero empieza a salir.
- ¡Ayer -creo que era rabia contenida contra Erik-, después de que tú me… -no sé cómo definirlo- mientras volvía  a casa, vi -mi voz baja a una octava- a Erik con otra, -la rabia se recupera- besándose en su casa! -él tiene una expresión de sorpresa y rabia; espero que no sean para mí- No fue agradable para él verme allí -digo con una sombra en la sonrisa que se desvanece en una milésima de segundo-. ¿Sabes que pensé? -le reto levantando la mirada, aunque tímida. Él niega con la cabeza. Sus ojos siguen brillando. Me atrae como un mosquito a la luz. Doy un paso, y si inclino la cabeza cinco centímetros puedo apoyarla en su pecho. Dios, se me acaba de declarar y no he contestado- Qué aguanté no besarte para nada -digo susurrando. Sus ojos brillan más todavía- . Bueno -continúo susurrando, aunque un poco más alto- , para ser buena persona, pero lo que me asustaba es que quería hacerlo, y no podía permitírmelo… -lo he dicho. Aunque aún no todo.

***

Emily con esa sierra da miedo.
- Vamos allá -empieza. Yo me agarro a los bordes de la mesa metálica tan fuerte que podría romperla. Después de estar así un cuarto de hora ella acaba y yo tengo los dedos agarrotados, helados y entumecidos. El polvo de la escayola hace que por primera vez llore y no sea por un chico, en lo que va de semana- Listo -dice Em mientras separa las dos mitades y yo siento un alivio tremendo. Se va, y yo me rasco a hurtadillas aunque me lo haya prohibido. Vuelve con una especie de maya elástica de color carne- ¡No te rasques, que ahora picará más y te lo tengo que poner!
- Lo siento, pero es que pica mucho -digo volviendo a agarrar los bordes de la mesa para contenerme. Como ella ha dicho me empieza a picar otra vez, y más fuerte.
- ¡Annie! -Julie entra como una bala- ¿Quieres que le parta la cara?
- ¿De quién estáis hablando? -pregunta Emily alarmada.
- De Erik, Em, de Erik -digo llorosa, pero no tanto como ayer. Aprieto aún más la mesa.
- ¡¿Qué?! Yo decía a ese otro chico rubio -grita Julie.
- ¿Qué ha pasado con Erik? -me preguntan a la vez medio histéricas.
- ¿Julie por qué querías… -intento preguntarle, intrigada.
- Me lo dijo Andrew -contesta atropelladamente-. Cuenta, cuenta.
- Vale, pero a Dave no le hagas nada -porqué por él si siento algo.

Pero no lo digo.

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