jueves, 26 de septiembre de 2013

Capítulo 14: En mi mente de hielo agrietado

Hola a tod@s!!!!!!!!!!!!!!! El nuevo curso es duro, y no me paso mucho, pero es que es casa no tengo internet, solo en casa de mis abuelos, pero hoy me he escapado un rato y os lo quiero regalar. También a viso de que tengo escritos ya 37 Capítulos escritos, y subindo. Os echo de menos!!!!!!!!!!!!! Besos ;))


Capítulo 14

Despego mis manos de su camiseta y él sonríe con suficiencia. Yo me sonrojo y entonces recuerdo que eso le parece adorable. Restriego mis mejillas y deshago mi coleta. Erik se levanta en cuanto el autobús se detiene y coge mis manos para ayudarme a hacer lo mismo. Cuando pasamos por el pasillo Julie me mira extrañada, pero no me giro para explicarlo. Ahora me doy cuenta, otro chico me mira; no es muy alto, pero lo suficiente como para superarme, pelo corto con ondas rubio ceniza, ojos color miel oscuro y cuerpo un poco musculoso, aunque su rostro no ofrece dureza alguna, más bien dulzura y amabilidad. Aparto la mirada y noto la suya fija en mí cogote. Ahora que lo pienso, no es la primera vez que lo veo. Creo que su taquilla comparte pared con la mía, pero nunca hemos cruzado una sola palabra.
Erik sujeta mi muleta y yo bajo los escalones del autobús. Me paro en la acera esperando que él me dirija. Noto una de sus manos sobre mí hombro y que me sonríe. Me entrega la muleta y yo no hago nada por quitar esa sonrisa de tonta de mi cara. Él se pega a mí y empieza a caminar; estamos tan juntos que impedimos que el aire pase entre nosotros. A Erik le tiembla la mano.
- ¿Pasa algo?-le digo con cariño, entrelazando nuestros dedos con mi mano libre.
– No, no –dice sacudiendo la cabeza. Ha empezado a nevar. Me paro en seco y tiro de su mano hacia mí. Está tenso, por lo que no lo acerco demasiado y me resisto a tocar algo más que no sea su mano; incluidos sus labios. Pongo cara de súplica.
– Erik…
- De verdad –me dice, y acto seguido me planta un casto beso en los labios. No me siento satisfecha, pero lo dejo estar.
La puerta de su casa es de cálida madera, con marcos tallados en los bordes. Erik suelta mi mano con suavidad, inclina su mochila y rebusca dentro para luego sacar unas llaves. Escoge una y la introduce en la cerradura de la puerta principal. Me ofrece su mano. Yo la agarro y me acerco a ella pegándola contra mi cadera.
Empuja la puerta; suelo de madera color miel, con unas escaleras al frente recubiertas con una moqueta clara y barandillas hechas de blanca madera. A los lados se abren paso dos habitaciones. La izquierda un salón-comedor igual de acogedor que el resto de la entrada. Las molduras y zócalos blancos enmarcan las paredes de color amarillo oscuro. A la derecha hay una acogedora cocina. Él se introduce en el interior del recibidor y yo le sigo, de cerca.
– Es preciosa –pienso yo en voz alta.
- ¿De verdad te gusta? -¿Qué? Como me puede preguntar eso. Bueno, no creo que se refiera a que a él no le gusta, sino que tenía miedo de que a mí no me agradara, pero eso es imposible. Le sonrío y me pongo frente a él.
- ¿Cómo no me iba a gustar? –le digo acercándome poco apoco a él, bueno más bien a sus labios. Él apoya sus manos en la parte baja de mi espalda y se inclina hacia delante. Cuando sus suaves labios me rozan una niñita se asoma en lo alto de la escalera. Me separo de golpe y Erik se extraña; no se ha percatado de la presencia de la niña. Me mira suplicante y le sonrío, algo que no entiende, hasta que la niñita ríe y se gira. Es pequeña, de pelo ondulado, pero con un flequillo recto liso, y más oscuro que el de Erik, pero sus ojos son del mismo tono. ¿Son hermanos? ¡Son hermanos! Es delgada, con el rostro pequeño y fresco como una gota de agua. Cuando sonríe divertida enseña su incompleta dentadura. No deberá tener más de seis o siete años, por lo que sus dientes de leche empiezan a caer. Lleva puesto lo que supongo será un pijama; pantalones cortos con rayas verticales que alternan los colores rosa pálido y turquesa, y una camiseta de tirantes amarilla, como sus gruesos calcetines. Baja a trompicones la escalera, se detiene frente a mí y, tras unas milésimas de segundo sonriéndome (cosa que yo imito), me abraza y apoya su cabeza en la parte baja de mí vientre, cerrando sus ojitos. Sus pequeños deditos rodean el final de mi jersey y se enrollan en él. Yo me quedo helada al principio, y Erik tiene la intención de separarla, pero yo me adelanto y apoyo mis manos sobre sus hombros. Subo una mano hasta su cuellecito, y bajo la otra hasta un punto intermedio en su espalda. Una oleada de calor me recorre, y también de satisfacción.
– Camille –le replica Erik. Ella se suelta un poco, pero parece que no quiere separarse. Yo no aflojo mi agarre- Annie se hizo daño –dice mirándome apenado, se pone de cuclillas frente a nosotras-, y tus abrazos son muy fuertes –dice haciéndole cosquillas en su tripita. Ella pega grititos por las cosquillas. Yo la saco del alcance de Erik cogiéndola en brazos, y ella se ríe de Erik, rodea mi cuello con sus bracitos y hunde su cara en mi pelo. Las dos nos reímos y yo la aprieto contra mí. Le he cogido cariño en unos segundos, y parece que ella a mí desde que me vio. Erik sonríe muchísimo al vernos. Se acerca y acaricia su pelo. Pone un brazo en mi espalda y besa mi mejilla, tocando las comisuras de mis labios, produciéndome un deseo irrefrenable por besar sus dulces labios.

2 comentarios:

No insultes, porqué aunque esté mentalmente desorientada, mandaré a unos mutos a por ti, y tu comentario acabará en el Árbol del ahorcado.
Gracias por comentar y que te ayude ayude el Ángel ;))