– Es una amiga. Que no tiene como costumbre interrumpir a
los demás –le reprocho.
– Te he dicho que lo siento. Además, estoy segura de que lo
vuelve a intentar.
– Eso creo yo –añade Em-, con lo guapa que eres y por la
forma en que te trata, está perdido por ti –y como no, me sonríe. Se me suben
los colores. ¿De verdad cree que soy guapa? Agradezco el cariño con el que me
trata, pero no sé. Cuando las palabras salen de su boca, hasta tienen sentido.
– Alegra esa cara –me dice Julie-, que volverá a intentarlo
–eso espero, porque si no la mataré. Una de las mariposas alza el vuelo, solitaria:
¿De verdad es lo que quiero? Le quiero a él, pero soy reacia al contacto
físico. ¿Me atrevo a hacerlo? Nunca he besado a nadie ¿Lo haré bien? No quiero
que salga mal.
Julie se va a clase cuando se le pasa la hora de permiso que
tenía, y Em teclea en su ordenador o busca algo en el desastre de mesa que
tiene; yo espero a Erik. Mientras tanto muerdo mis uñas, nerviosa. Pasa la
mañana y llega la hora de comer; Erik no llega. Cuando mis uñas se acaban
empiezo con el filete de pescado que me sirve Em en una bandeja de plástico. Me
hundo, no sé por qué no vuelve. Quiero verle, despejar mi mente de una vez.
El timbre suena. Cojo mis muletas y Emily me acompaña hasta
el autobús. Localizo una brillante onda castaña al final del pasillo, y me
dirijo hacia allí. Cuando llego hasta él está mirando por la ventana, a la
nada. Me dejo caer a su lado y pego un gritito; los moratones que se reparten
por todo mi cuerpo me castigan. Erik pega un salto en su asiento e
inmediatamente me ayuda a ponerme recta en el mío.
– No-no-no has vuelto –le digo yo, temblando como una hoja
pero mirándole a los ojos ¿Y si se arrepiente?, ¿Se equivocó? Él baja su
mirada; no contesta. Se arrepiente. Definitivamente lo hace.
Me arde la cara, y
quiero llorar, pero no me lo permito; al menos no delante de él.
Me agarro con las dos manos al asiento de delante y empujo
con las pocas fuerzas que me quedan; hoy ha sido un día durísimo, si no el
peor. Cuando estoy de pie salgo al pasillo y agarro las muletas. Empiezo a
caminar, mis ojos se empañan y veo todo borroso por culpa de las lágrimas.
Creí que todo iría bien. Amé a alguien y me dejó; ahora él también lo hace
Llego al principio del autobús y me siento con más cuidado
que antes en mi sitio de siempre. Me pego a la ventana y lloro. Lloro silenciosamente,
manchando el cristal empañado. Creí que la pérdida de un ser querido era igual
en todos los casos, pero me equivocaba.
Perder a mi madre fue distinto; ella se fue, pero me quiso
hasta el último minuto. Todo se desmoronó, pero no la odié; nunca lo hice, ni
lo he hecho, ni lo haré. La quería con todo mi corazón y ella me correspondió;
pero con el amor es distinto.
A Erik si lo odio. Lo odio porqué él me hizo sentir así, él
lo provocó, lo reforzó, él me hizo pensar en tonterías, él… él… él me engañó.
No puedo quitármelo de la cabeza. Desearía arrancar el pedacito de inútil
cerebro que lo retiene en mi memoria y continuar. No será tan fácil.
Otra vez alguien que no puede animarme se sienta a mi lado.
Rezo para que se vaya, que se canse repentinamente de ese sitio. Como no lo
hace yo misma intento provocarlo; tengo mucho odio dentro de mí ahora mismo.
– Siéntate en otro lado –digo con voz dura, pero temblorosa.
No me hace caso y noto como me toca el brazo izquierdo con su mano,
provocándome un molesto pinchazo en un pequeño moratón -¡Vete! –le grito con rabia. Me giro y lo que
me encuentro hace estallar algo dentro de mí; han cazado con una red a todas
las mariposas de mi estómago y las noto caer, morir, una a una. Reprimo todo lo
que siento con la cara roja, de rabia y vergüenza. Solo me quedo mirando. Erik
está frente a mí. Lo que menos deseaba era que él me viera así. Antes de que
pueda limpiarme las lágrimas con la poca dignidad que me queda hace un
movimiento rápido. Cierro los ojos, como un reflejo. No sé qué esperaba; una
bofetada, un golpe en mis moratones. No creo que sea capaz de hacer algo así,
pero no se me ocurren más opciones. Noto como me rodea con sus brazos y se pega
a mí; me está abrazando.
Estoy congelada y no sé qué hacer; esto es muy confuso. Me
aparto y él me mira con sus profundos ojos. Acaricia mi mejilla y limpia mis
lágrimas una a una.
– No quería hacerte esto –susurra. Sinceramente no le
entiendo-, yo solo quería decirte algo, pero llegó Julie, y… no sabía cómo
hacerlo después.
- ¿Qué? –le digo, sorbiéndome los mocos. Soy encantadora.
- Yo… -para, me mira, deja de respirar unos segundos.
Entonces se acerca y junta nuestros labios. Son dulces, cálidos y
extremadamente suaves. Despierto; ¡Nos estamos besando! Las mariposas reviven,
venciendo a la red que las retenía, y comienzan a revolotear como antes, sin
control. Él se separa un poco, pero yo no puedo hacerlo ahora. Rodeo su cuello
con mis manos y él se me acerca más. El autobús pasa su casa, pero no nos
separamos. Nunca había besado a nadie, pero es muy agradable. Se parece tanto a
galopar a pelo, escuchando cada latido de mi corazón por la emoción, que me
resulta familiar.
Cuando me arden los pulmones me separo de él y cojo aire.
Erik deja caer su mano por mi espalda. Una corriente me recorre por dónde lo
habían hecho sus dedos. Le miro, mareada.
–Me gustas mucho –susurra, con su frente pegada a la mía. No
sé qué hacer. Yo también siento eso, pero nunca he sido buena haciendo amigos,
y esto va un pelín más allá.
El autobús para frente a mi casa. Me separo de Erik y me
agarro a las muletas. Reprimo un grito y salgo de allí sin mirar atrás.
OH DIOS MIO! Me quieres matar de la emocion vedd?? porque oh diooooos!!!! :)
ResponderEliminargenialisisisisisisisisiisisisisisisisisisisisisisiisiisisisisisiisisismoooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo!!!!
Wayra♥
Graciasssssssssss!!!!!!!!!!!!!!!!! Este me aceleró el pulso hasta a mí ;)) Pronto publicaré el 10 ;))
ResponderEliminarBESOS!♥!