Sé que el final es un poco raro, pero algunas chicas seguro que lo adivinan porque les ha pasado ;))
QUE OS GUSTE
Capítulo 15
Erik coge a Camille en brazos. Ella le sonríe y le regala un
pequeño besito en su preciosa y apetecible mejilla. Yo noto un doloroso
pinchazo en la pierna escayolada, supongo que por el peso extra al coger antes
a Camille. Mis rodillas se doblan de dolor y mi cara pone una mueca. Erik
alarga un brazo para cogerme antes de que toque el suelo. Los músculos que
toqué en el autobús no eran fruto de mi imaginación. Me sujeta a mí pasando su
brazo bajo los míos cruzando mi pecho, y a Camille con el otro bajo sus
piernas. Rápidamente me aprieta contra él y siento su respiración en mi
espalda. Una lágrima baja a toda velocidad por mi mejilla. Erik deja a Camille
en el suelo y ella se acerca a mí, preocupada. Erik me rodea con sus brazos y
me aprieta contra él. Me recuerda al día en el que le conocí, y sonrío, a pesar
del dolor.
– ¡Annie! –me grita Erik. Me lleva en brazos al sofá y me deja con
cuidado. Se arrodilla a mi lado y se acerca a mí oído- Cariño –susurra. Limpia
mi lágrima y una pequeña sonrisa asoma por mis labios. Sujeto su cara entre mis
manos, aparto algunos mechones de pelo que se ponen en mi camino y le beso con
cariño. Él me besa como antes no ha podido, con cariño y delicadeza, pero
también con un poco de pasión. Nuestras lenguas se acarician y enrollan.
Nuestra saliva se mezcla continuamente. El dolor desaparece, solo Erik me
importa. Se separa y el dolor vuelve a mí.
– Iré
a por analgésicos –dice, acariciando mi mano con la punta de sus dedos- ¿Vale?
–yo asiento con mucho pesar, él se levanta poco a poco y se va. Vislumbro a
Camille hecha una pelota en un rincón del comedor.
-
¿Camille? –le digo yo con voz temblorosa. Ella levanta lentamente su pequeña
cabeza y me mira con los ojos rojos y las mejillas empapadas- Camille, ven aquí
–le digo extendiendo mis brazos y sonriendo un poco. Ella se levanta y se
acerca corriendo con la cabeza gacha. Se para de golpe frente a mí y yo muevo
las manos, aún con los brazos en el aire, invitándole a venir conmigo. Ella
alza su mirada.
- ¿No estas enfadada conmigo? –y se pone a llorar. Yo alcanzo sus
bracitos y estiro hacia mí. Erik llega con un vaso de agua y una pastilla en su
mano. Camille hunde su carita en mi pecho y yo acaricio su suave pelo.
– Claro que
no. No ha sido culpa tuya, ¿Vale? –ella asiente dentro de mi pecho y yo la
abrazo más fuerte. Erik se acerca a toda velocidad mientras tanto.
– Camille –le dice-,
tranquila, ven aquí –ella se separa poco a poco de mí y luego se resguarda en
los brazos de Erik. Él le susurra algo y ella asiente. La deja en el suelo,
besa su cabecita y ella sale corriendo hacia las escaleras. Erik se sienta en
el borde del sofá junto a mí y me abraza.
– Gracias –susurra. Me mira a
los ojos. Los suyos brillan, y no precisamente por la luz; están húmedos.
–
Estoy bien –digo, cerca de su oído. Beso su cuello y los suaves y diminutos
pelos de su piel se erizan uno a uno. Él se separa y me mira, mordiéndose el
labio inferior.
– No me puedes hacer eso –me dice sonriendo ¿El qué? Yo le miro
interrogante-. Tómatela y te lo explico -El dolor vuelve a mí al recordarlo, y
agarro con fuerza la pastilla. La trago y luego el vaso de agua. Erik me lo
coge y lo deja en una mesita de café de la que no me había percatado.
- ¿Duele mucho?
–me dice acercándose más y más.
– A-ahora no tanto –le digo mirando hipnotizada sus labios. Sus manos se
posan sobre mis muslos y yo no sé por qué se acerca tan lentamente, no aguanto
más. Aprieta un poco sus manos y noto un cosquilleo que recorre mí cuerpo de
arriba abajo. Se acerca. Cierro los ojos, pero no noto su beso. Bueno sí, pero
en mi mejilla. Los abro y veo a Erik riendo. La rabia me inunda. Aparto sus
manos de un manotazo e intento levantarme, pero un dolor cegador me obliga a
sentarme. Él me coge.
-
¿Pero qué haces? –me grita.
– ¡Intento irme! –le grito yo.
–
Era solo una broma… -me dice él en un tono más… normal.
-
¡Pues no me ha hecho ni puñetera gracia! –le sigo gritando yo.
– Annie tranquila –me coge las manos, pero yo las suelto y pego un bufido- ¿Qué te pasa?
– Annie tranquila –me coge las manos, pero yo las suelto y pego un bufido- ¿Qué te pasa?
- ¡Pues que yo solo te he besado –le grito con indiferencia- y tú –le
pego con el dedo índice en el hombro- me has tomado el pelo!
-
Vale, tranquila, lo siento, no debí hacerlo.
– No, no lo sientes –le digo en un tono más bajo, haciendo un puchero
¿Qué me ha pasado? -, ¿Puedes acercarme la muleta?
- ¿Para qué Annie? –pone cara
de lástima- No quiero que te vayas. Quédate.
–
Aunque me quede, seguiré necesitando la muleta –él me mira interrogante, pero
se levanta y me la trae de todos modos. Yo la cojo y él me ofrece su mano.
Cuando estoy de pie no suelto su mano e intento sonreírle- ¿El baño? –digo
inocentemente. Él suspira de alivio y comienza a caminar apretando mí mano.
Detrás de la escalera hay una puerta, un poco escondida. Erik la abre y
encuentro un baño pequeño pero suficiente.
– Es la parte menos encantadora de la casa, pero el único en la planta
baja –dice el sonriendo. Yo también intento sonreír.
– Gracias –le digo. Giro la cabeza avergonzada. Solo ha sido una broma,
pesada, pero una broma ¿Por qué he respondido así? Suelto su mano y entro en la
diminuta habitación. Cierro la puerta y me miro en el espejo. Ayer me besó por
primera vez, hoy también lo ha hecho, ha comido conmigo en la enfermería, me
ayuda, me cuida y yo cojo y me cabreo ¡Por una broma! No sé qué me pasa.
Bajo mis vaqueros y ahí encuentro la respuesta.
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