jueves, 12 de septiembre de 2013

Capítulo 13: En mi mente de hielo agrietado

Sé que os acabo de dejar el 12 hace media hora,pero es que no sé cuando volveré a publicar, ya que este finde me voy con una amiga a mi pueblo para despedirme de las vacaciones, que el lunes empiezo el insti. Tranquil@s,como tope el viernes 20 publicaré el 14, no me voy para siempre. Besos y que se os haga corta la espera, que a mí tampoco me va ha gustar la semana ;(


Capítulo 13

Suspiro y miro al pálido techo. ¿Qué me ha hecho este chico? Me ha embrujado o algo así. Me gusta muchísimo.
Em está en su escritorio ojeando papeles. Su ordenador suelta un pitido que ella para presionando un tecla, y de repente me mira. Se parece muchísimo a mí madre. Si la hubiese conocido un par de años atrás habría llorado. La echo de menos con todo mi corazón, pero no puedo hacer nada y llorar no es una opción para mí. Creo que ya lo hice demasiado en el pasado.
– Hora de rehabilitación –me dice sonriente.

No creía que la rehabilitación fuera a ser tan angustiosa. Toda la tarde haciendo movimientos repetitivos y continuos bajo la supervisión de Emily, gran parte de ellos dolorosos. Ella me da ánimos y me ayuda bastante, pero duele igual. Si llegara Erik y me ayudara esto sería más gratificante, pero está en clase, y yo aquí.
– Ya acabamos cariño –suelto un suspiro de alivio. Le estoy cogiendo cariño de verdad a Emily, actúa como mi madre y es igual que ella. Paso mis manos por el pelo que cae sobre mi frente y lo retiro hacia atrás. Me agobio- Dentro de unos pocos días podrás ir a clase, pero visitarme por la tarde –me dice guiñándome un ojo. Suena el timbre que anuncia el fin del día en clase.
– Visitarte sería genial si no tuviera que hacer rehabilitación al venir –ella se encoje de hombros con una sonrisa. Me tiende una mano y yo la miro; sujeta una goma negra entre sus dedos.
– Quédatela –yo le sonrío y la cojo con ansia. Recojo mi pelo en una coleta parecida a la suya, un poco más desordenada. Unos brazos rodean mi cintura y unos labios besan mi nuca. Agarro los misteriosos brazos con los míos y los aprieto más contra mí. Noto su respiración en mí nuca y un escalofrío me recorre entera. Sus dedos hacen círculos en mí vientre y me relajan como a un animal doméstico. Inclino mi cuello hacia atrás y giro la cabeza para encontrarme con sus profundos ojos. Nos besamos una vez más con cariño. Emily se aclara la garganta y nosotros nos separamos.
Yo me entretengo jugando con los dedos de Erik mientras él me observa divertido. Julie está sentada delante, un poco apartada para mi gusto, así que intento entablar conversación.
– Julie ¿Cómo te ha ido el día?, porqué a mí fatal –me doy cuenta de lo que he dicho y miro a Eric que me observa un poco dolido. Una de mis manos suelta sus dedos y acaricia desde su codo a su muñeca para volver a agarrar sus dedos. Me acerco a su oído-. No por ti –le susurro y beso su mandíbula. Me dirige una sonrisa de suficiencia y me separo-, por la rehabilitación –añado más alto.
– Pues bastante aburrido contigo en la enfermería o acaparada –dice, lanzándole a Erik una mirada un tanto agresiva. Erik tuerce el gesto y abre la boca para replicar, pero yo lo interrumpo; no quiero que dos de las pocas personas a las que más quiero se peleen, y menos por mí culpa.
– Bueno, mañana te prometo que comeremos juntas –ella no responde- ¿Vale?
- Vale –dice un poco más animada. Ahora me vuelco en Erik. Julie parece darse cuenta de que he acabado con ella y se gira. Erik observa los dedos que yo antes acariciaba, creo que con anhelo. Vuelvo a rodear sus dedos con los míos y levanta la mirada inmediatamente, sonriendo.
– No quiero separarme de ti –me dice.
– Ni yo –respondo. Acto seguido acaricio una de sus mejillas, pero parece que a Erik no le basta. Hace un movimiento rápido y aprisiona mí cintura con sus brazos. Sus labios presionan los míos y se abren un poco. Yo me obligo a hacer lo mismo; nunca había hecho nada igual en mi vida. Nuestras leguas se rozan y acarician. Al principio no sé qué hacer y mi lengua se deja acariciar, pero poco a poco me desenvuelvo y me dejo llevar. Meto mis manos bajo su chaqueta y noto unos músculos bajo su ropa; no me desagradan en absoluto. Abro las palmas de mis manos y le aprieto más contra mí, y él me responde besándome con más ganas. No. El autobús ya está a una manzana de su casa. Nos separamos para respirar pero no aparto mis manos de su espalda. El pega nuestras frentes y nuestros alientos se mezclan.
- ¿Quieres –se aclara la garganta y está jadeando-, quieres venir a casa? 
–Oh. No sé qué responder, no por qué no quiera, sino por qué no sé qué pasará. Levanta su mirada para encontrar la mía. Di algo ya. Yo también aclaro mi garganta.
– Me encantará.

2 comentarios:

No insultes, porqué aunque esté mentalmente desorientada, mandaré a unos mutos a por ti, y tu comentario acabará en el Árbol del ahorcado.
Gracias por comentar y que te ayude ayude el Ángel ;))