Me tiro sobre
el colchón de mi cama mientras Gonna rock
tonight suena en mi Ipod. Sirve para subirme el ánimo. Lo necesito: sé que
pronto Valeria entrará como un huracán y nos prepararemos para ir a la fiesta,
pero, ¿sinceramente? No me apetece lo más mínimo. Creo que una buena
canción pueda evitar que bostece antes de que esa tormenta me sacuda. Esperad…
me equivoqué.
Las fiestas
me aborrecen, me dejan un dolor de cabeza tremendo y unos pies doloridos por
los tacones. Además, sigo soltera vaya o no. No quiero decir que no me guste,
ni que tampoco me guste, pero prefiero estar soltera a liarme con cualquiera de
los patéticos universitarios borrachos que haya dentro de la discoteca a la que
mi mejor y loca amiga me arrastre. Básicamente me es indiferente mi estado en
Facebook, y mejor sola que mala acompañada. Sobre todo si tu acompañante es un
simio baboso fan de los Columbus Blue Jackets. Quiero decir, ¿tan malo es ser
virgen a los diecisiete? Oh, no preguntes a Valeria. Te daría una cachetada.
Como a mí.
Al final (gracias a las cachetadas) me
arrastra con ella a alguna fiesta, y en vez de verla bailar, salgo a escondidas
y respiro el aire fresco de la noche; como siempre. Me quedo sola, sentada en
un banco (si con suerte hay uno fuera, suelo conformarme con bordillos,
barandillas, árboles y en ocasiones extremas setos bien frondosos) y leo el
libro de bolsillo que haya colado a escondidas en un diminuto bolso que Val me
otorga para las fiestas. Ni siquiera pido que me sellen para entrar de nuevo.
¿No notáis
como la tierra empieza a temblar? Poned el telediario, algún grupo pequeño de
islas ha debido quedar arrasado.
Huracán
Valeria en acción.
- ¡Charlotte Earnheart
Kerr, levanta tu trasero de la cama! -exclama. ¿O habrá sido el ruido que provoca
su corriente de aire mortal?- ¡Son más de las ocho! ¿En qué diablos pensabas?
- Ya, mamá
-digo yo, sabiendo que eso la enfurecerá más, y sobretodo que en realidad no
está enfurecida. Es tradición que ella me arrastre a las fiestas. Ya que voy obligada
por ella, le va a costar algo.
Coge mi brazo
con fuerza y me sienta en la cama de un tirón, haciendo que me caiga un
auricular del Ipod.
- Llegaremos
tarde, Lottie, y no me gusta perderme la fiesta. Al principio es cuando están
todos sobrios. Ahí es cuando puedo saber cómo es cada uno realmente. Cuando lleguemos
habrán empezado con la ronda de chupitos. ¡Así que más te vale estar arreglada
cuando cuente treinta!
La miro,
fijamente y frunzo el ceño.
- Sabes que
no me gusta que me llames Lottie -murmuro como una niña pequeña que está molesta.
Entonces las
dos explotamos y empezamos a morir ahogadas de risa.
- Me gustó la
parte de: ‘¡Más te vale estar arreglada cuando cuente treinta!’-digo entre
risas, imitando su voz.
- Me superé
esta vez, Char -suspira ella, y se tira en la cama. Estira sus piernas en el
colchón, y oficialmente parece que tengo a una modelo ganseando en mi cama.
Sería más bonita sin tanto maquillaje. Lo que sea o quién sea que haya allá
arriba obtuvo un diez en el curso de cerámica cuando modeló a Valeria. Es tan
parecida a Charlotte Vega… pero con ojos perforadores y pelo oscuro, su rostro
menos dulce y más… como decirlo, sexy y agresivo. En cambio yo solo obtuve el
nombre de la chica-. En serio, -dice, sonriendo- mueve el culo antes de que
lleguemos realmente tarde, o mamál hará
viaje de retorno.
- Mamá y mal.
Buen juego de palabras -rio, dirigiéndome a mi armario.
- Soy inteligentemente
simple.
Me miro en el
espejo de la puerta. Miro a Val. Me siento menos guapa al instante (¿no os
ocurre después de ver el Victoria’s Secret Fashion Show?), y más si viste
vestidos de fiesta como el que lleva ahora, que acaban más arriba de su medio
muslo y son tan negros como su cabello. Juro que esas falsas transparencias
bajo el forro principal no le traerán nada bueno, y menos en una discoteca,
donde la escasa luz puede dar a entender que no lleva nada bajo. Oh, buen punto
para ella. Es lo que quiera, supongo.
<<Obtuviste
el nombre y el pelo, al menos.>> , pienso. Ya, gané la batalla contra tener
que alisármelo y no nacer con cabellera verdiazúl. Yu… esperen …ju.
- ¿Eso no era
de un anuncio de cerveza? -comento.
Me despojo
del pijama con la gracia de un elefante de tres patas para después rebuscar
algo en mi armario. Tampoco creo ser fea de las que dan ganas de sacrificar. Es
solo… supongo que culo veo, culo quiero, ¿no? Lo bueno es que mi rostro es más
dulce y no sexy, lo que me trae menos problemas con chicos. Porque lo dicho,
para estar junto a un simio después de clase me compro un hurón. Y para comprar
pienso para hurones o lo que sea que jalen, me compro un eBook.
- ¡Ahí era de
donde lo saqué! -exclama, dándose un golpecito en la frente. Se levanta de la
cama y me aparta con un golpe de cadera, y me sustituye en misión de rebuscar
en mi armario.
No creerán lo
que les voy a contar, pero… allá va: mis padres son felices americanos normales,
que poseen una casa bien hermosa en Louisville, los dos trabajan, tenemos coche,
me dejan salir, mi madre suele amar que tenga ropa bonita y están bien en que
si tengo novio algún día les de nietos a los veinte años (cosa con la que yo no estoy bien), mi padre no sacará una
escopeta cuando le bese o algo. No salí de mi madre con una sola ceja o sufro acoso escolar; no tengo una psicopatía;
no fabrico telarañas, tengo alas ocultas o aúllo cuando sale la luna junto a los
otros perros del vecindario; no me multiplico cuando me mojo, ni me vuelvo
malvada si engullo algo después de las doce. Y jamás me confundirán con un
avión. Así que pensarán, <<vaya mierda de historia me estoy tragando>>
Ya, bueno, no pedí que la leyeran. ¿Y si encuentran la aventura más emocionante
en la secundaria? ¡Já!
Pues
cuéntenmela en algún día, porque yo seguiré con esta. Solo soy una
incomprendida.
El caso, es
que tengo una vida buena y feliz. Relativamente, ya que todo lo que sube baja…
y esas cosas, sé que tienen el punto. Bueno, pues todo esto… lo cuento para
decir que tengo mucha ropa. ¿Cómo se han quedado? ¡Les dije que no me creerían!
¡Ese tipo de padres existe! ¡Imagínense que esto fuera ficción! ¡Que pérdida de
poder donarlos a la ciencia para poder clonarlos!
Sé que
disfrutan leyendo esto, pero se reirán más si saben que solo tomé una CocaCola
Light antes ponerme a hablar.
- Ten esto,
pásate el cepillo y lista -me dice Val, estampándome una falda y un top crop gris
en el pecho.
- ¡Au! -me
quejo- ¡Me clavaste el brazalete entre las costillas!
- ¡Toy, toy,
toy! ¡Arre! -y luego me chista como si fuera un gato.
- Lo que sea,
Val -le digo, dándole una colleja.
Ella se ríe
mientras empieza a destrozar el orden en mi zapatero.
Amo a esta
chica. Algo menos cuando me obliga a salir. Gonna rock tonight.
Seh… seguro.
Lo veremos.