BESOS DE VUESTRA ESCRITORA ;))
Capítulo 26
Cuando acabo
Julie sale corriendo y chafando como si quisiera hacer un socavón con cada
paso.
- ¿Qué pasa?
-le pregunto a Em.
- Ese chico
es un absoluto… -dice Em apretando los dientes- pero le enseñaste que no se
juega con las mujeres -acaba con una sonrisa torcida que no le dura.
- Espero que
lo recuerde mucho tiempo -digo con una sombra en los labios-. ¿A dónde ha ido
Julie?
- Tú la conoces
mejor que yo -apunta Em. «¿Quieres que le parta la cara?» Me había dicho Julie.
- Creo que
ya lo sé, y no es nada bueno.
Mi movilidad
es más o menos normal sin la escayola. Por fin algo bueno. Saco mi móvil
mientras corro nerviosa de un lado para otro por los pasillos y marco el número
de Julie. No contesta. Vuelvo a llamar histérica. Descuelga al sexto tono:
- ¡Julie!
¿Dónde estás? -oigo unos pasos detrás de mí, y noto un escalofrío. Me giro,
intentando averiguar algo que ya sé.
- Estoy en
el baño, ven por favor -mi mano empieza a temblar.
- Erik -es
lo único que consigo decir con voz ahogada antes de colgar, aunque Julie ya lo
había hecho. Su cara es un poema; un ojo morado, el labio partido, moratones en
la mandíbula (que debí hacerle yo ayer) y lo que más me impacta es su nariz
sangrante. Quiero slir corriendo y llorar, pero estoy helada. Él pasa a mí
lado, y se para cuándo su brazo roza el mío. Se gira para mirarme, pero ya
estoy caminando hacia el baño. No debo llorar delante de él.
- ¡Annie!
-me dice Julie.
- ¿Qué has
hecho? -le digo con una irritante voz aguda.
- Yo… he ido
para chillarle todo lo que podía, pero entonces él se ha alterado, y me ha
levantado la mano -yo me acerco y le cojo las manos, ya llorosa- y, Andrew ha
llegado y me ha defendido, y todo ha pasado muy rápido, Andrew, está, está…
- ¿Cómo
está? -chillo.
- Iba para
la enfermería, pero está bien, me suplicó que me ocupara de mí misma pero no
puedo… - se dirige hacia su mochila, con intención de ir con él. Pero yo ya
estoy corriendo hacia allí.
Las paredes
blancas del pasillo me deslumbran, y se mezclan con mis lágrimas. Veo la puerta
de la enfermería y me paro en seco; es posible que ahí dentro esté Erik. De
repente Julie aparece a mí lado. Estaba tan concentrada y tan distante a la vez
que no me he dado cuenta. Me agarra del brazo y empieza a caminar lentamente,
invitándome a avanzar. La puerta cada vez está más cerca, y más, y más… hasta
que entro.
Me atrae como un mosquito a la luz.
Doy un paso, y si inclino la cabeza cinco centímetros puedo apoyarla en su
pecho. Dios, se me acaba de declarar y no he contestado- Qué aguanté no besarte
para nada -digo susurrando. Sus ojos brillan más todavía- . Bueno -continúo
susurrando, aunque un poco más alto- , para ser buena persona, pero lo que me
asustaba es que quería hacerlo, y no podía permitírmelo… -lo he dicho. Aunque
aún no todo.
- Entonces,
ahora tampoco podrás… -me contesta mirando a cualquier otra cosa que no sean
mis dos pozos azules.
- ¿Por qué?
-le pregunto con voz ahogada, dando un paso atrás, dolida y decepcionada. No
quiero que la segunda voz sea la que tenga razón.
- Porqué
acabas de terminar con él, y seguramente no querrás estar conmigo… -dice,
todavía sin poder mirarme a la cara. Esto no lo esperaba. Pero él tampoco esto
otro.
- ¿Tú no
quieres estar conmigo?
- Si todavía
no estás bien del todo, no. Necesitas recuperarte -trago saliva, por qué no
puedo hacer otra cosa. Y entre ellas está besarlo. La segunda voz no gana, pero
tampoco yo.
Solo
asiento, me enjugo las últimas lágrimas ya secas, con el pañuelo, y me siento
fatal.
Volver a
verlo en la enfermería es como una bofetada. Yo le quiero, él me quiere ¿qué
problema hay? Erik. Él es el problema. ¿O soy yo? Estoy mal, pero poco a poco
me doy cuenta de qué lo que noto, lo que siento por Dave es mucho más fuerte y
más sincero que lo que tenía con Erik. Erik era mi primera vez, y nunca había
besado, ni tenido novio, no sé qué era sentir eso, no tenía a mí padre…
necesitaba algo de cariño, y Erik fue una rápida solución. Pero Dave… no lo
puedo dejar ir. Le quiero. De verdad y con todo mi corazón, no puedo negarlo.
Por
eso cuando lo veo allí me mareo, pero cuando veo a Erik pierdo el equilibrio.
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