sábado, 24 de agosto de 2013

Capítulo 3: En mi mente de hielo agrietado

Capítulo 3

Soy demasiado débil, lo sé. Prometí no publicar hasta dentro de unos días, para que dure mi reserva de capítulos, ya que estoy un poco atascada en el 18, pero no quiero defraudaros y a mí lo que más me molesta en el mundo es esperar otro capítulo, que no llega... Así que aquí tenéis ;))


 Llegamos al instituto y bajamos después de que pasara una avalancha humana por el pasillo, zarandeando el autobús, provocando que la conductora suelte un gruñido. Julie y yo salimos las últimas como siempre. O eso creía yo. Veo que el chico está sentado en su asiento y nos mira sonriente; no, me mira sonriente. Yo vuelvo a sonrojarme, pero esta vez le devuelvo la sonrisa y acto seguido chafo la parte trasera de la bota de Julie, provocando que pierda el equilibrio y suelte un gritito, pero yo la sujeto antes de que caiga:       
- Lo siento  –digo yo, otra vez roja, ya que el chico nos mira expectante.
 – Da igual, estoy bien, vamos o no cogeremos buen sitio, ¿Eh? –me dice forma sarcástica.
– Claro, no puedo esperar –digo yo con voz cansada agitando mis manos en el aire.
         
         Salimos del autobús por el estrecho pasillo, y noto al chico detrás de mí ¿No sabe lo que es el espacio vital? Me arrepiento de inmediato. Su calidez y cercanía aplacan el frío como mi suave moqueta, aunque no me toque. Zarandeo la cabeza al bajar el último escalón y me maldigo por pensar de ese modo en otra persona. Julie y yo vamos a paso rápido hacia las puertas principales del instituto, chafando la sucia nieve que cubre las baldosas del camino.          
         Ya dentro del instituto, una voz suave y cálida pronuncia:                                
-Perdona, ¿Sabes dónde está Dirección? – ¿se refería a mí? Me giro y ahí esta él, mirándome apaciblemente. Me quedo en shock una milésima de segundo, y vuelvo a la realidad cuando Julie habla:
- Sí, claro –le dice, sonriendo amablemente- , pero esto tiene demasiados pasillos. ¿Por qué no le acompañas tú –dice mirándome- mientras yo ocupo tres asientos en el salón de actos? Si no os molesta, claro.
– Me parece bien – dice él sonriendo. Me toca hablar a mí.
– Y a mí –digo sonriendo, un poco nerviosa y colorada. Estoy harta de que se me suban los   colores hoy- Vamos –afirmo.
         Julie sonríe y se marcha dejándonos solos al chico y a mí. Yo empiezo a caminar y el chico también lo hace pegado a mi lado. Recorremos los pálidos pasillos del instituto girando en los recodos una y otra vez. Creí que Julie dijo que “esto” tiene demasiados pasillos para dejarme a solas con él, pero ahora no estoy tan segura. El instituto parece un laberinto sin salida.
– Por cierto, soy Erik –dice él con su cálida sonrisa. Erik. Es bonito. Estúpida no pienses así.
– Yo Anne, pero llámame Annie –respondo sonriendo como una tonta.
– Es un nombre bonito, Annie–responde él ¿Me había dicho eso realmente o no? Como no, yo me sonrojo por enésima vez ese día- Oye, ¿tenéis algún plano del instituto? –dice, creo que para cambiar de tema ya que él también esta rojo como un tomate- Me perderé. Si ahora te fueras estaría completamente perdido – nuestros pómulos enrojecen tanto que parece que vayan a explotar ¿Este chico va con segundas intenciones o solo quiere tomarme el pelo? O tal vez, y es lo más probable, yo esté siendo muy seca y susceptible. Vale, es eso. Yo me pongo a reír y el también.
– ¡No tiene gracia, es cierto! – dice él, provocándonos otra ola de risa. 
 – Pues la verdad es que sí, a donde vamos podremos cogerte uno –digo sonriendo. Me parece un tanto absurdo que un instituto necesite planos-, pero por si acaso no te separes mucho ¿Eh? –yo había dicho eso ¡Tonta! No paro de sonreír
– Tranquila, no lo haré –responde sonriendo, como de costumbre.      
          
          Guardamos silencio durante el resto del camino esperando llegar de una vez a Dirección. Yo miro mis botas y el me mira a mí. Es raro. Todo esto. Ayer solo crucé dos frases con Julie, y hoy la abrazo y bromeo con el encantador chico nuevo. Chica eres idiota, no pienses así de él. Desde que mi madre murió todo empeoró, y me quedé sola. No quiero confiar en alguien de nuevo para que todo vuelva a empeorar ¿Porque siento esto? Seguro que no le gusto. Noto un pinchazo donde supongo se situará mi débil y maltratado corazón y resbalo.   
  
         Espero un impacto, pero no llega. Abro los ojos y noto el cuerpo de Erik pegado por detrás al mío, y una sensación de paz mezclada con nervios me inunda, si eso existe. Bajo de las nubes. Erik me pone frente a él y me aprieta contra su pecho. Creo que me abraza. Oh, lo hace. No. Me sujeta para que no vuelva a caer.                                                                                                                                                            – ¡Annie! –me grita nervioso. Oigo su corazón latir con fuerza y más rápido de lo que debería- ¿Estas bien? –me pregunta preocupado. Me pongo de pie yo solita y se tranquiliza un poco.
–Sí, no pasa nada. Solo he tropezado por culpa de los cordones. Gracias –le regalo una mirada de amabilidad y agradecimiento. Es una excusa  pobre, pensaba en él. Noto que no me cree, ya que yo observaba mis cordones con atención, y él a mí.
–Vale –dice, y me coge de la mano; yo entro en un estado indefinido de shock-, pero no me sueltes por si acaso –me sonrojo pero no le  suelto, le aprieto más la mano. Él me sonríe y yo a él. Sé que no volveré a caer, pero me gusta su contacto. Mientras caminamos Erik entrelaza sus dedos con los míos, y yo no lo rechazo. Tiene la mirada gacha, y está rojo. Tiene vergüenza. Yo me alegro y luego me extraño; ¿Eso puede significar algo? No he tenido muchos amigos, ni pienso a todas horas en chicos. Lobo solitario, me recuerdo.

.         Mis pensamientos se detienen cuando veo el cartel de Dirección. Me paro y me fijo en que Erik otra vez estaba contemplándome, como si yo fuera algo inaudito por aquí. Le señalo con la cabeza la puerta y él se sonroja, se ha dado cuenta de que he notado que me observaba. Entro arrastrando a Erik.
          La habitación es clara, como todo el edificio; paredes blancas, baldosas de suelo terrazo claro color pastel. El mostrador es de madera clara, pero no tanto como la de mi habitación. También hay unas sillas de la misma madera que el mostrador atornilladas a la pared derecha, y una mesita de café cerca de ellas, con revistas sobre el buen comportamiento y campamentos que imparten rígida disciplina.
          Una señora, supongo que la secretaria, se encuentra detrás del mostrador tecleando rápidamente frente a un ordenador cuadrado color blanco. Se fija en nosotros y nos acercamos lentamente, como si en cualquier momento la mujer fuese a mordernos. Yo no dudo en que podría gruñirnos por interrumpir una de sus “importantes” tareas, en un centro escolar de un pequeño pueblo e insignificantes casas repartidas por la montaña, junto a los ranchos. Ja! 

         Llegamos al mostrador  y Erik dice con voz formal:
- Soy Erik Prior –como Erik nota que eso no le dice nada a la atolondrada mujer, se aclara la garganta y dice-, el nuevo alumno.
La mujer deja escapar un gran “Ahhh”, dejando claro que ya sabe quién es Erik.
– Un momento, imprimiré unos papeles y podrás irte –teclea un rato más y la impresora que tiene detrás se pone en marcha. Por un momento veo que se fija en nuestras manos unidas y dice- tu nombre es… -mirándome a mí.                                                              
 – Anne Wales –respondo ¿A ella que le importa? Empieza a teclear de nuevo, suelta otro gran “Ahhh”, y añade dirigiéndose a Erik:                                                                                          
- Tu novia va a la misma clase que tú, así que creo que podrá explicarte ella todo lo demás y acompañarte a clase –me pongo como un tomate. Erik también está rojo, pero le dice a la horrorosa mujer lo que yo no he podido, por culpa del angustioso nudo que tengo en mi garganta:
- No es mi novia –está muy rojo y nervioso pero sus palabras son claras y duras. Mi corazón siente otro pinchazo pero esta vez no resbalo, sino que desenlazo nuestros dedos y suelto su mano con brusquedad.
- Me voy a ver el dichoso concurso, que te de un plano –digo secamente. Antes de que me diga nada salgo de allí y corro, pero no hacia el salón de actos, sino al baño de chicas.

          Una vez allí me lavo la cara con agua fría y me miro en el espejo. Observo a una chica que se parece a mí, pero esta tiene ojeras y no tiene cara de buenas migas ¿Por qué has reaccionado así? Es cierto. ¡Por Dios, le conociste hace una hora! Me reprocho, pero para mí no ha sido solo una hora, sino más. A él hasta se le habrá hecho largo. Sus palabras eran ciertas pero su tono, eso es lo que me ha dolido. Me ha engañado con su mirada profunda y sus palabras amables. ¡Entrelazó nuestros dedos!  No debo pensar en él. Nunca más.
Salgo del baño y me dirijo con paso ligero al salón de actos. Busco a Julie y una mano me hace señas en la cuarta fila. Me dirijo hacia allí y ocupo mi butaca.
– ¿Cómo os ha ido?, ¿Dónde está el chico?
- No ha pasado nada. Erik está haciendo el papeleo. ¿Podemos dejarlo ya? –digo cortante. Julie me dirige una mirada de preocupación, pero como no le respondo, vuelca toda su atención en la chica del escenario que se dobla de forma escalofriante como una hoja de papel.

Después de estar cuarenta minutos mirando a la nada, ya que es mejor que el escenario, aparece Erik a mi lado. Se sienta y yo miro hacia otro lado. No quiero ver cómo reaccionará después de lo que ha pasado. Noto como su mano roza la mía y me quedo helada. La aparto bruscamente, como si me quemara, aunque solo me contengo para no agarrarla. Me quito el abrigo, de repente he notado como la temperatura subía.
Noto que Erik me observa; creo que este jersey es demasiado ajustado.                                                    
         Tiro el abrigo a la butaca y me siento de forma brusca encima de él. Julie me observa al igual que Erik, solo que ella me mira con un el ceño fruncido y Erik no. Julie pensará algo como “¿Y a esta que mosca le ha picado?”, “¡Así no le va a agradar!”. Me da igual agradar a Erik o no. Le lanzo una mirada fulminante a ella y consigo que frunza más el ceño y me pegue un codazo; pero ha valido la pena. Acto seguido vuelve a mirar el espectáculo, y espero que Erik también lo haga, pero no es así.

4 comentarios:

  1. Tienes un premio en mi blog, ¡Pásate!
    http://ladyartista.blogspot.com.es/

    ResponderEliminar
  2. Muchísimas gracias!!!!! Estoy en un estado entre el shock y la eufória!!!!! Ahora mismo contesto a las preguntas en una nueva entrada. MUCHÍSIMOS BESOS ;))

    ResponderEliminar
  3. asdfghjkl!!! wapa es perfecto:) me encanta *.*

    ResponderEliminar
  4. AAAAYYY mucha gracias!!!!!!!!!!!!!!! Me animas un montón ;))

    GRACIAS!!!!!!!!!!!

    ResponderEliminar

No insultes, porqué aunque esté mentalmente desorientada, mandaré a unos mutos a por ti, y tu comentario acabará en el Árbol del ahorcado.
Gracias por comentar y que te ayude ayude el Ángel ;))