viernes, 8 de noviembre de 2013

Capítulo 20: En mi mente de hielo grietado

Se ha hecho de rogar, pero aquí esta el capítulo 20. Como ya he dicho en la entrada anterior, siento muchísimo el retraso de una semana, de verdad. Pero ya queda muy poquito para que acabe la primera parte de la historia, exactamente en el capítulo 24. Ya adelanto que ese capítulo lo cambia TODO, absolutamente TODO. Bueno, de momento, espero que os guste el 20 ^^

BESOS DE VUESTRA ESCRITORA ;))



Capítulo 20


- Bastante bien –dice Julie.
- ¿Por qué? –suelto sin rodeos. Me mira con el ceño fruncido-, quiero decir, ¿Qué ha pasado?
- Pues, ¿sabes? No eres la única que… -en ese momento entra un chico. Tiene la piel clara, típica de aquí. Su pelo es castaño y sus ojos cafés, enmarcados por unas gafas negras cuadradas pero grandes, que lo hacen parecer majo y agrandan sus ojos. Lleva unos vaqueros, una camiseta gris con el logo ‘Like a Sir’ y una chaqueta lisa de color rojo con cremallera. Es delgado, aunque no tanto como nosotras, por culpa de su pequeña musculatura. No es muy alto, pero tampoco es bajo. Esto sí que es nuevo: Julie agita su mano en el aire, y el chico se acerca.
 - Andrew, esta es Anne -dice señalándome Julie con la cabeza. Silencio incómodo.
 - Encantada -digo sonriendo. Él me devuelve la sonrisa-. Llámame Annie.
 - Mucho gusto Annie -me cae bien este chico. Creo que es bueno para Julie, aunque ni siquiera sepa que hay entre ellos-. Emmmm… Julie -mete su mano en la bandolera que lleva colgada. Saca una libreta pequeña; creo que una agenda-, te la has dejado -y acaba con una sonrisa; como las idiotas que yo pongo cuando pienso en Erik. Y parece que Julie… ¡Sí! Julie también tiene esa sonrisa y enrolla continuamente un mechón de pelo con su índice. 
- Gracias -dice levantándose. Caminan hacia la puerta juntitos. ¡Que monos! Andrew tiende la libreta a Julie y esta la coge con delicadeza y esa sonrisa aún en la boca. Están hablando, pero no puedo oír de qué. Los dos sueltan unas carcajadas y Andrew se va. Julie vuelve pegando saltitos.
- Vale… ¡No soy la única con novio! -le digo feliz; de verdad me alegro por ella.
- Ojalá -me contesta, volviéndose a sentar.
- Todavía no...
- ¿Me lo ha pedido? No.
- ¿Y por qué no se lo pides tú? -le propongo.
- ¿¡Yo!? Já.
-¿Por qué no? Está colado hasta los huesos por ti.
- Ya veremos -fija su mirada en los espaguetis-. Como tú no estabas el otro día -dice, después de estar un rato callada- él se acercó y empezamos a hablar. Al final se sentó conmigo, y llevamos así unos días.
- ¿Puedo? -veo a Erik sonreír apoyado en el marco de la puerta. Pongo esa sonrisa idiota mía y luego me acuerdo de Julie.
-Claro -dice ella como si me leyera la mente- yo ya me iba.
- Gracias -le susurro. Ella asiente y me guiña un ojo. Se despide de Erik y sale de aquí. Él viene directo y se sienta a mí lado.
- Te he echado de menos.
- Y yo -le contesto. Acto seguido sus labios presionan los míos. Noto como si le temblaran un poco- ¿Te pongo nervioso? -digo con una mala imitación de voz seductora.
- No, no, claro -contesta nervioso de verdad.
- ¿Erik?
- Es solo que -suena el timbre-, tengo que ir a clase.
Solo puedo pensar una cosa: salvado por la campana.

Erik me ha dejado descolocada. ¿Qué le pasa conmigo? Esto es confuso, y creía que esa etapa había pasado.
- ¡Ay! -miro a Claws, que acaba de saltar sobre mi estómago- Claws, que acabo de comer -le regaño. En realidad han pasado unas horas, pero ha sido una comida pesada. Y todo el rato he estado alternando pensamientos sobre los nervios de Erik y la tarde con Dave. Parece que es un gato listo: agacha las orejas y lloriquea. Yo suavizo mi expresión y le acaricio. Él empieza a lamer el dorso de mi mano- Vamos o llegaremos tarde.

Llegamos tarde. Nunca he estado en esta parte del instituto, solo la usan ciclos superiores y las actividades extraescolares; justamente. Llevo unos diez minutos de arriba para abajo con el plano arrugado en una mano, y mis nervios crecen por momentos. 
- Creo que ya hemos pasado por aquí -le digo a Claws. El maulla dándome la razón. ¡Es todo igual! Esto es imposible. Noto como si me dieran un pequeño empujón en la cadera.
- ¡Claws! ¡Vuelve aquí! -pasa de mí olímpicamente. Corre aún con la pata vendada. Se podría decir que de normal soy rápida, pero yo también tengo la pata vendada, y no soy un gato. Después de correr tras él unos cinco pasillos ya es como un punto lejano. Se para en medio del sexto ¿Me está vacilando? Cuando estoy a tres metros echa a correr de nuevo ¿Me estaba esperando? 
Llevo caminado (estoy tan cansada y encima con la escayola, que paso de correr) diez minutos desde qué se paró en el sexto pasillo, y ya no corre, solo camina a paso lento. Normal, con lo rápida que soy ahora se lo puede permitir ¿Pero qué hago? Esto es absurdo, estoy siguiendo a mi gato por el ‘Laberinto’. Abro mi bandolera y cojo mi móvil. Tengo que llamar a Dave para cancelarlo. Esto duele, pero tengo que hacerlo porque ¿Cuánto tendré que seguir a este gato loco? Ni un minuto más porque Claws se ha parado enfrente de una puerta. Llego por fin hasta él y lo meto dentro de mi bandolera sin ganas ya ni de regañarlo. 
En la puerta hay unos números, tres exactamente: 104.

2 comentarios:

No insultes, porqué aunque esté mentalmente desorientada, mandaré a unos mutos a por ti, y tu comentario acabará en el Árbol del ahorcado.
Gracias por comentar y que te ayude ayude el Ángel ;))