domingo, 24 de noviembre de 2013

Capítulos 21 y 22: En mi mente de hielo agrietado

Retrasados. Sí, lo sé, publico los capítulos retrasados, ero es que el instituto y u problema con mi WiFi me complican las cosas. Y este viernes he ido al estreno de En Llamas y no tenía tiempo para publicar luego (estaba dando saltos de alegría). Lo siento chic@s, pero hago lo que puedo :((. Al menos publico de golpe dos capítulos, y ahora en un minuto los de Una divergente en llamas y con runas y La Katniss real o no real, así que no os preocupéis que me actualizo ^^. La historia va viento en popa y el capítulo 23 será el último de la primera parte del libro. Estos dos son bastante intensos, sobretodo el 22. Personalmente el 22 me vuelve loca, ya me diréis ^^.

BESOS DE VUESTRA ESCRITORA ;))


Capítulo 21


Abro la puerta despacio. La canción Counting Stars de One Republic golpea mis tímpanos. Una chica con un moño mal hecho castaño oscuro, una que camisa que le llega por los muslos llena (que supongo fue blanca) de manchas multicolores, unas mayas negras y unas Converse también negras. Otra chica rubia con mechas de un tono (muy poco) más oscuro, una camisa de cuadros granate y blanca, una falda corta de tubo también blanca y Converse granate también. Un chico de pelo negro corto, un jersey gris de lana, vaqueros y unas zapatillas grises.
- Hola -me dice la rubia sonriendo. Creía que no se habían dado cuenta de que he entrado. Hace mucho calor ¿o soy yo? Me fijo más. Me resulta familiar. Tiene una sombra de ojos también de ese granate que acentúa el azul de sus ojos. Se acerca a mí mientras el chico se gira.
- Hola -le contesto imitándola- ehhhhh… -no sé cómo decirlo: He quedado aquí con un chico que conocí esta mañana, y ¿me aceptáis en el grupo?
- ¿Eres Annie? -me dice con un brillo en los ojos.
- Sí -digo sonriendo y asintiendo con la cabeza, más contenta; mucho más contenta y animada-. Sí soy Annie -repito mientras me quito la gabardina.
- Oh ¡Que ganas tenía de conocerte! -dice mientras me da un efusivo abrazo.
- Gracias -se suelta.
- ¡Uy! Que tonta no me he presentado y estarás un poco a cuadros -tanto como tu camisa-. Soy Margaret, la hermana de Dave -acaba sonriendo.
- La hermana pequeña de Dave -remarca el chico sonriendo de oreja a oreja y caminado hacia mí- Joël -dice extendiendo su mano-, su amigo.
- Annie -digo mientras estrecho su mano animadamente. Esto es todo nuevo; unas personas bohemias y simpáticas.
- ¡Eeehhh! Que solo nació unos minutos antes que yo -le dice Margaret a Joël. Él empieza a reír y ella pone los ojos en blanco.
-  Vamos, nena -me dice mientras pasa un brazo bajo el mío y empezamos a caminar-. Mi hermano está en el almacén, o mejor dicho en el armario -rectifica divertida- donde guardamos el material. Pero primero -dice dándole unos toquecitos en el hombro a la chica del moño y la camisa manchada- te presento a Elia -ella se gira. Me mira y abre la boca. Pega un golpecito al aire con la mano y entonces veo caer un auricular fucsia.
- Lo siento -se acerca y me da dos besos-. Soy Elia.
- Annie.
-No lo tomes a mal, es que…
- Suele abstraerse del mundo con sus auriculares -acaba Margaret.
- Gracias Margaret -dice ella en tono sarcástico-. Bienvenida Annie.
- Gracias -consigo contestar mientras Margaret vuelve a pasar su brazo por el mío y me arrastra.
- Vamos con Dave. Bueno, ¿te gusta el grupo?
-Me encanta.
Ella sonríe satisfecha. La verdad es esa. Son todos muy simpáticos. Creo que por primera vez puedo encajar, aunque no sea tan bohemia, podría llegar a serlo. Margaret me ha preguntado algo.
- ¿Eh? -arquea las cejas- Lo siento, estaba en mi mundo.
- Todos lo estamos aquí -dice sonriendo-. Joël dibuja con lápices de colores y tizas pastel; Elia adora a su caballete con unas acuarelas, pero no sin sus auriculares; yo, como Dave, soy más de lienzo y pintura ¿Cuál es tu estilo?
- Lápiz -me parece soso en comparación con lo de ellos-, dibujo… -me paro cuando la veo: la panorámica de una perfecta flor amarilla con distintos tonos y capas, que reflejan la luz en sus carnosos pétalos un tanto translúcidos- Es… preciosa -consigo decir.
- La pintó Dave; es el único que tenemos aquí. Antes venía, pero al final nos dejó -dice apenada-. Bueno, ahí es -señala una puerta abierta. Se gira y camina. Me decido a entrar en ese agujero.
Al entrar huele a pintura, polvo, madera vieja, humedades, moho y aguarrás. Me doy cuenta de que la puerta en realidad no tiene puerta; es como un agujero. La música se atenúa conforme voy avanzando. Esto es escalofriante. Hay baldas y estanterías por todas partes con botes de pintura, productos químicos, batas y delantales blancos amontonados, trapos y paños viejos, pinceles y brochas… Oigo un ruido. Me quedo helada un minuto, pero sigo avanzando con el pensamiento de que será Dave; eso espero. Avanzo por un pasillo al que ya no llega la luz. Tanteo por las paredes buscando algún interruptor, pero no hay, solo consigo enganchar una asquerosa telaraña. Me limpio insistentemente en los vaqueros, y sigo caminando. Después de un rato llego al final, y no he visto a Dave. Algo toca mi hombro; pego un salto mientras grito.




 Capítulo 22


- ¿Margaret? -me dice ese algo. Conforme el polvo que he levantado baja, veo una figura, humana; gracias a Dios. Unos vaqueros y una camiseta gris se alzan frente mí. Veo un destello dorado en la oscuridad y dejo de contener la respiración.
- Dave -digo en un suspiro. Me lanzo a sus brazos. Se sorprende; yo también.
- ¡Annie! - Me corresponde. Es tan agradable. No se puede decir nada más, bueno que no me separaría- Creí que no vendrías -susurra. Un cosquilleo me recorre entera.
- Me perdí y… podemos salir de aquí por favor -le ruego. Nos separamos, y por lo menos, yo estoy colorada. Involuntariamente le doy la mano. La suya es cálida, y la mía está helada. Entrelaza nuestros dedos. Me acuerdo de cuando los solté esta mañana, y siento algo raro… ¿añoranza?
- Vamos -dice, creo que reprimiendo la risa que tiene.
- ¡Me has asustado! -me defiendo.
- Lo siento -y no aguanta más. Oigo su risa salir, lo que extrañamente hace que yo también ría.
Llegamos fuera y mis pulmones agradecen el aire limpio. Su camiseta y vaqueros tienen varias siluetas de manos de colores.
- Me gusta tu modelito -le digo riendo. Gran error.
- ¿Ah sí? ¡Toma!
Agradezco haberme quitado la gabardina de mi madre al llegar. Dave ha metido la mano en el bote de pintura que sacaba y ahora mi suéter rojo tiene una mano rosa, otra verde y una última amarilla. Las demás me las ha hecho cuando corríamos por el aula y he intentado devolvérsela, fallando. Ahora mismo uso a la abstraída Elia y a su caballete como escudo. Con un movimiento rápido meto la mano en uno de sus botes antes de que lo mezcle con agua. Ataco, y Dave acaba con la nariz roja.
- Mmmmm… me recuerdas a alguien -le dejo acercarse-. Sí, ya lo sé ¡Rudolf!
Suelto una carcajada en su cara y echo a correr. Dejo atrás a Elia y llego a la zona de Margaret, que está cubierta por una lona para no manchar el suelo. Dave está cerca, así que intento acelerar. Gracias a mi querida escayola resbalo. Empiezo a titubear sin equilibrio, cuando Dave me coge. Yo caigo y le arrastro sin querer.
Estoy encima de él, con las manos en su pecho, las suyas en mí cintura, y mi cara a dos centímetros de la suya. Mi corazón late a mil por hora, y es lo único que puedo oír ¿Lo oirá el también? Entreabro los labios con ganas, ganas de… Sus labios también están entreabiertos, y, y no puedo resistirme, son tan apetecibles… Abro más los míos, y…
- ¿Estás bien? -consigo decir de una forma inaudible.
- Sí -responde en el mismo tono. Parpadeo, observándolo todo el tiempo que mi sentido común me permite. Sus ojos miel con manchas doradas tan abiertos como los míos, sus pupilas dilatadas, enmarcadas por unas pestañas larguísimas casi transparentes, su perfecta nariz roja, mejillas, boca… sus labios vuelven a estar entreabiertos. Sus cálidas manos presionan mi cintura, y yo no me permito jadear. Me muerdo el labio para resistir mis deseos. Mi mano vuela hacia su nariz y la limpia lentamente y con cuidado. Sus ojos siguen posados en mi rostro. Acabo de limpiarle y hago un intento contra todos mis instintos de levantarme. Mi labio empieza a sangrar cuando por fin estoy de pie, sin estar junto a él, a su lado. Me giro y lo veo de pie observándome. Noto el sabor metálico, dulce y asqueroso de la sangre en mi boca. Se acerca con un paso y limpia mi labio con un dedo, lentamente, con cuidado y cariño. No lo puedo permitir.
- Ah -digo mientras hago una mueca-. Pica.
- No haberte mordido el labio -dice divertido mientras su mano va a parar a mi nuca, enterrada bajo mi pelo «¡Anne Wales apártate ahora mismo!» me digo, pero no me da tiempo a reaccionar. Él se aparta de golpe, como si le diera asco, me da la espalda y empieza a caminar sin mirar atrás; sin volverme a mirar.

Y aquí estoy yo, parada, luchando por no llorar.

2 comentarios:

No insultes, porqué aunque esté mentalmente desorientada, mandaré a unos mutos a por ti, y tu comentario acabará en el Árbol del ahorcado.
Gracias por comentar y que te ayude ayude el Ángel ;))